
El proyecto busca determinar cuáles son los ingredientes de la salsa de tomate que hacen esta función antioxidante y en qué cantidad tienen que estar presentes para potenciar los efectos preventivos de las enfermedades cardiovasculares.
Concretamente, los investigadores del ICCC se centran en los efectos antioxidantes del licopeno, presente en el tomate, cuando está cocinado y combinado con otros ingredientes antioxidantes que contiene la salsa de tomate, como el aceite de oliva.
Como explica la Dra. Lina Badimon, directora del ICCC y responsable de la investigación, “el licopeno de un alimento elaborado como una salsa de tomate frita con aceite de oliva es más biodisponible, ya que la interacción entre los alimentos cocinados hace que sea más fácil para nuestro organismo asimilar los antioxidantes que contienen”.