Dentro de la lógica previsible, finalmente aplicada por Feijoo en su obligada remodelación del gobierno de la Xunta -obligado por la absorción de algunos miembros por parte del de Rajoy- acaso lo más sorprendente es lo que más nos atañe también: al final, el presidente gallego optó por quedarse con Turismo bajo su directo control, dejando que sean únicamente las competencias propias de Cultura las que viajen en pos de la fusión en Educación, tal como estaban predestinadas.
Turismo, por tanto, no volverá al antiguo emparejamiento con Industria como se especulaba, antes bien, recobra el formato que tan satisfactorios resultados dio en los tiempos de Manuel Fraga.
La diferencia, y más ahora que se gesta una macroadministración turística única bajo la marca Galicia, estriba en que don Manuel acertó de pleno en el nombramiento de los ‘secretarios xerais’ que le llevaban la cartera turística, desde el "gran asentador" de esta administración, José Antonio Ferreiro hasta Aurelio Miras, pasando por Paco Bobadilla... En cambio, Carmen Pardo representa para Feijoo su asignatura pendiente. Y no es "una maría", precisamente...