La FDA ha aprobado el procedimiento en el que se enviarán
pollos de Estados Unidos a China para ser procesados y después devueltos al
país. Parece ser que con esta operación los empresarios estadounidenses
obtienen un gran ahorro económico, sin importar el sobrecoste energético o
medioambiental que ello suponga. Eso sí, los empresarios estadounidenses
ahorran en costes de producción si procesan la carne de pollo en China en lugar
de hacerlo en el propio país.
Para muchas organizaciones y consumidores este es un tema
preocupante, además de la contaminación generada o el excesivo gasto
energético, se teme por la calidad y la seguridad del pollo procesado en el
país asiático, algo lógico teniendo en cuenta que China encabeza el ranking de
los escándalos alimentarios. La pela antes que la salud; así funciona la sociedad
actual.
No hace mucho saltaba la siguiente noticia a la palestra: “La
policía china ha destapado una red de venta de partes de pollo -principalmente
patas, muy consumidas en el país como aperitivo- que eran almacenadas sin las
adecuadas condiciones sanitarias y algunas de ellas caducadas desde hace 46
años, informa hoy la prensa del país asiático”.