Uno de los asentamientos castreños más antiguos de Galicia, el de Castromao (Celanova) acaba de sumar un nuevo nivel de protección al convertirse en Bien de Interés Cultural (BIC), con una declaración justificada en su importancia histórica, su potencial científico y en su carácter representativo.
La zona comprende un conjunto de bienes de diferente naturaleza situados en la cumbre y laderas del coto en el que se localiza el castro, ocupado de manera continuada desde la primera Edad de Hierro (desde el siglo VII a.C hasta el siglo III d.C.), pasando por la Edad Media hasta la actualidad. Entre ellos, figuran estructuras defensivas visibles como murallas, hoyos y antecastros. Además, una de las principales características que hace singular a Castromao dentro del conjunto de los castros gallegos es la cantidad, variedad y riqueza de los restos arqueológicos exhumados en numerosas campañas de excavaciones realizadas desde los años 60 y que descubrieron, por ejemplo, a la Tábula Hospitalis, que da cuenta del pacto firmado por este pueblo con un prefecto romano en el año 132 d.C. También destaca la variedad de los tipos cerámicos, de manera que coexisten formas castreñas de producción propia con otros elementos procedentes de Grecia.
La declaración publicada en el DOG alcanza la totalidad de los vestigios y registros arqueológicos vinculados la esta área e incluye un catálogo de elementos patrimoniales vinculados entre los que destacan un petroglifo, hórreos, un crucero y las ruinas de una capilla situados en el propio castro, un área arqueológico potencial situada al oeste y un epígrafe romano encajado en el casa rectoral de Castromao, además de un conjunto de elementos representativos de la arquitectura popular de este núcleo.
El emplazamiento del castro, en una colina que domina visualmente un vasto territorio sobre las tierras de Celanova y Ourense, fue estratégicamente seleccionado para el control de los intercambios comerciales entre la ruta fluvial del río Miño y las vías terrestres.
Hace falta destacar que, en la actualidad, la zona presenta un magnífico estado de conservación en el que se refiere a las estructuras arqueológicas exhumadas, consolidadas y exhibidas, un total de 75 viviendas que junto con las murallas y muros de contención constituyen una excelente muestra de la arquitectura en piedra y urbanismo castreños.
Tras la declaración como BIC del conjunto, las intervenciones que se pretendan realizar en el bien o en su contorno de protección tendrán que ser autorizadas por la Xunta de Galicia y los propietarios, poseedores o arrendatarios están obligados a conservarlos, mantenerlos y custodiarlos, evitando su pérdida, destrucción o deterioro. Además, están obligadas a permitirle el acceso al personal habilitado para la función inspectora, al personal investigador y al personal técnico designado por la Administración, así como a comunicar cualquier daño o perjuicio que sufrieran y afecten a su valor cultural. Por último, permitirán su visita pública gratuita un número mínimo de cuatro días al mes durante, por lo menos, cuatro horas al día. El decreto tendrá eficacia desde el día siguiente al de su publicación en el Diario Oficial de Galicia.